El concepto de Smart City lleva años haciéndose un importante hueco en la sociedad. Ahora, la gran mayoría de las administraciones públicas tienen dicho término en su punto de mira y trabajan en nuevas estrategias para acercarse a éste.
Las ciudades cambian y mejoran de forma constante, y cada vez son más las que buscan convertirse en ciudades inteligentes. ¿El objetivo? Cumplir con las expectativas de los ciudadanos de forma eficiente, a la par que sostenible.
Por suerte, con la digitalización y la llegada de nuevas tecnologías se ha abierto el abanico de posibilidades, apareciendo herramientas que permiten a las administraciones, independientemente de su tamaño, llevar a cabo una gestión de los recursos más optimizada.
¿Qué son las Smart City o ciudades inteligentes?
Las Smart City, conocidas en español como “ciudades inteligentes”, son ciudades que, mediante el uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), se vuelven más sostenibles y eficientes.
El objetivo principal de éstas, tal y como explica el propio Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, es aumentar la calidad de vida de los ciudadanos, implementar nuevas tecnologías de la información y comunicación, así como optimizar la gestión de los recursos.
“Aprovechando las tecnologías de información y comunicación emergentes, se busca transformar las ciudades en entornos más seguros, eficientes, sostenibles e inclusivos para todos sus habitantes”, señala el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
Pero… ¿en qué se basan las ciudades para convertirse en Smart City?
El concepto de Smart City es emergente, lo que implica que se encuentra en constante evolución y crecimiento. Aunque cada día aparecen nuevos detalles que siguen nutriendo este término, su base está centrada en la idea de que las nuevas ciudades no solo sean inteligentes de cara a la utilización y aplicación de nuevas herramientas digitales, sino también a la forma y los métodos para poder administrar y organizar la sociedad y las infraestructuras que forman parte de dicha ciudad.
Según el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, las Smart City se sustentan en cuatro pilares, que son imprescindibles para poder entender este nuevo concepto, que cada vez está más en boca de todos: las TIC, la sostenibilidad, la eficiencia, y la integración.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) son la primera base de las Smart City, ya que permiten gestionar los servicios públicos y las infraestructuras de la ciudad de manera inteligente. Y es que las oportunidades que brindan las nuevas herramientas digitales son infinitas.
El segundo punto base en el que se sustenta una Smart City es la eficiencia. No solo en lo que hace referencia a la energía, sino también a otros aspectos de vital importancia como la educación, la sanidad o la movilidad.
“Las ciudades inteligentes potencian la administración electrónica para facilitar trámites públicos, la digitalización de la información, la conectividad de su territorio y la integración de los servicios digitales”, explica en su portal web Red.es, entidad dependiente de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial.
El tercer punto clave para que una ciudad pueda convertirse en una Smart City es la sostenibilidad. Es necesario que las ciudades cubran todas las necesidades de la población, ya sean de índole social, laboral o económica. Sin embargo, todo ello debe realizarse sin que se comprometa el medioambiente, la diversidad biológica y la cultura. Desarrollar medidas que vayan en línea con la sostenibilidad es, por ello, una de las bases para ser una Smart City.
Por último, y como cuarto punto clave, las ciudades inteligentes necesitan llevar a cabo una correcta integración de las infraestructuras, teniendo en cuenta aspectos como los suministros de luz o agua, la gestión de residuos o el transporte, entre otros. Esto, lo que permite es que se pueda actuar de forma prácticamente inmediata en caso de necesidades o incidentes, lo que “permite reaccionar con antelación y precisión”.
A partir de estos cuatro puntos clave, las ciudades –independientemente de su tamaño-, pueden ofrecer unos mejores servicios a sus habitantes, de mayor calidad, y que permitan mejorar el día a día de los ciudadanos. Consiguiendo, además, una mayor seguridad, eficiencia e inclusividad. Tres aspectos que, sin lugar a dudas, cada vez son más exigidos por la población.
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